En un negocio, es esencial llevar la contabilidad al día y asegurarse de tener fondos disponibles para hacer frente a los pagos más inmediatos, de ahí la importancia de contar con un fondo de maniobra.

La falta de liquidez es uno de los problemas más graves que puede enfrentar una empresa, ya que de ella pueden derivarse la aplicación de intereses de demora y recargos que harán aumentar el importe de la deuda, si esta no se puede pagar a tiempo. Por otro lado, los retrasos en los pagos también afectan a la credibilidad que los proveedores tienen sobre la entidad.

Qué es el fondo de maniobra

A nivel técnico, el fondo de maniobra en contabilidad es la diferencia entre el activo corriente y el pasivo corriente. De una forma más sencilla, puede definirse como la capacidad que tiene una empresa para poder cumplir con los pagos y obligaciones pendientes a corto plazo (los que vencen en menos de un año) y, a la vez, realizar las inversiones o las compras que son habituales y esenciales para desarrollar su actividad.

Para qué sirve el fondo de maniobra

El fondo de maniobra no es algo estático, sino todo lo contrario. Variará con el paso del tiempo en función de los ingresos que obtenga el negocio y los gastos que tenga que asumir. Pero es imprescindible mantenerlo bajo control, porque es una herramienta básica para conocer la liquidez y la solvencia de la empresa a corto plazo.

A través de él, podemos conocer el estado de salud financiero de una entidad. Su cálculo nos permite saber si la empresa tiene dinero líquido suficiente para hacer frente a los pagos que debe asumir en un plazo de 12 meses, e incluso para hacer nuevos gastos y llevar a cabo inversiones.

Es, en definitiva, una herramienta para saber si los recursos económicos se están utilizando de una manera óptima. Y, en caso de detectarse que no es así, permite tomar medidas para incrementar la liquidez antes de que la falta de la misma se convierta en un problema.

Cómo se calcula el fondo de maniobra

Para calcular el fondo de maniobra, la fórmula es la siguiente:

Fondo de maniobra = activo corriente – pasivo corriente

El activo corriente o circulante es la parte del activo de una empresa que puede hacerse líquido (convertirse en dinero) a corto plazo. Por ejemplo, el dinero que está en las cuentas corrientes, o las acciones.

Por su parte, el pasivo corriente es aquella parte de las deudas de una empresa que deben abonarse a corto plazo, en un período que no exceda de 12 meses. Los ejemplos más habituales son las letras de los préstamos bancarios y los impuestos.

Si a la cifra del activo corriente (lo que podemos convertir en dinero rápidamente) le restamos el pasivo corriente (lo que tenemos que pagar próximamente), obtenemos el capital circulante o fondo de maniobra. Es decir, la cantidad de dinero que hay disponible para pagar obligaciones que venzan a corto plazo.

El resultado de la operación puede ser igual a 0, superior a 0 o negativo, y esto implica cosas diferentes:

  • Fondo de maniobra superior a 0. Supone que el activo circulante es superior al pasivo corriente o, lo que es lo mismo, que la empresa tiene líquido suficiente para hacer frente a los pagos más inmediatos.
  • Fondo de maniobra igual a cero. Cuando el capital circulante es nulo, la empresa está en grave riesgo de no poder afrontar sus compromisos de pago si alguno de sus clientes se retrasa a la hora de abonarle sus facturas pendientes o surge cualquier imprevisto.
  • Fondo de maniobra negativo. Si el capital circulante está por debajo de cero, esto es sinónimo de que la empresa está en apuros porque no tienen liquidez. Se encuentra en una situación en la que ya no le es posible afrontar los pagos más inmediatos.

Como es lógico, el nivel óptimo del fondo de emergencia es aquel que se sitúa por encima de 0. Sin embargo, un capital circulante muy por encima de 0 tampoco es positivo, porque puede ser muestra de que la empresa no está aprovechando bien sus recursos y está dejando pasar oportunidades de inversión.

Por otro lado, un fondo de maniobra negativo no siempre es sinónimo de quiebra, como ocurre en el sector de la alimentación, porque, en estos casos, el cobro por parte de los clientes se hace al contado, mientras que los pagos a proveedores se alargan hasta 90 días. Por tanto, hay margen suficiente para recuperar liquidez y pagar las deudas.

No hay un fondo de emergencia «perfecto» para todos los negocios, sino que este depende de muchos factores. En cualquier caso, para no tener nunca problemas de liquidez en la empresa, lo mejor es dejarse asesorar por expertos como los de nuestra asesoría contable en Murcia.

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